martes, junio 26, 2007

LA ALEGRÍA POR LAS COSAS QUE NOS PASAN

Llegan los de siempre, cargados de herrumbre, esperando el tropiezo, susurrando tras las puertas, con la mirada helada en el entrecejo. Llegan los de siempre y su tristeza, y su maldad, sin enterarse de nada. Que la vida son dos días, que te quiero con locura, que la playa, el sol, la arena, y esa canción que tararean los niños solitarios y tanto me recuerda a ti. Llegan los gorritos de Napoleón, y la miseria, y la mentira. Y aqui andamos los de siempre, con la alegría a cuestas, silbando las letras de nuestra vida, mirando la estrella y la luna, tan felices de estar aquí, tan completos, sembrando cariño y recibiendo de todo, o sembrando de todo y recibiendo cariño. Y la vida nos entra en la piel para instalarse de alquiler, y salen las manos ofreciéndonos ayuda y tú y yo y esos momentos que nos paran el corazón, y esas palabras tan nuestras y ese lenguaje con el que hemos aprendido a ser lo mismo. Tú y yo. Que te quiero y no encuentro el fin, que te quiero entre expedientes, tarjetas, consejos de miembros y miembros de consejos, en los corredores, en las salitas de espera, en las actas de reuniones. Que quiero ser tu descanso en la lucha, tu bálsamo en la herida, tu cura sana, walkiria que con el arpa te deje dormido, sonriendo, tranquilo, feliz, hasta mañana.

 
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