Escribo esto como un desquite frente a noches confusas, vacías, inertes. Hay pensamientos que dejan una estela agridulce, como el fin de las hogueras en la Noche de San Juan. Rescato ese preciso momento, para repasarlo antes del sueño. El ruido de la gente, las voces altas, las ideas tibias, y ese cielo de abril que escribe en azul cada letra que compone la palabra distancia. Ese cielo claro, brillante, tan lejano, tan ausente, tan de Madrid.
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El fin de semana que acaba es el de la primera nevada. Inmensa, tranquila, hasta donde alcanza la mirada. El paseo entre la nieve, el calor naranja, la fruta de temporada. La risa y los amigos, "Delitos y faltas", Claire, Ruth, David, Keith que siempre nos acompañan, el libro de cincuenta páginas. Cantar en la ducha empañada, las horas seguidas de sueño, las cosas que nos preocupan que aparecen como nubes negras, y desaparecen como humo al volver a la vida que nos aguarda. La vida, siempre pensando en si va o si viene, si estamos de paso o de vuelta, si nos damos cuenta de que esto se acaba antes de que nos demos cuenta, en la gente que no nos acompañará en ella. El fin de semana acaba con una "Epístola desde Mangola".
La energía, no es como la materia, que "ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma". La energía puede desaparecer, sin preaviso. Pero con causa perfectamente identificada. Hay personas que se apropian de ella. Personas que un día cualquiera se cruzan en nuestro camino y se van con su energía y la nuestra. Ayer estuve con una de ellas. Hablan de lo que no nos interesa, nos obligan a fijar la mirada en la suya, nos martillean con su conversación, nos hunden con sus problemas, nos obligan a mantener atención en su discurso vacío y elocuente, nos deprimen sus bromas sin gracia. Vampiros energéticos. Tras los idiotas, una de las peores especies animales.
...o eso es lo que dice una fórmula matemática diseñada por un profesor de la Universidad de Cardiff. Por ser el lunes de la última semana de enero completa. Hoy he recibido, como dirían los toreros, dos rejones. De importancia. Uno en el costado derecho y otro, rematado, en el izquierdo. Dos bofetadas de realidad una tras otra. Y aún así no me parece el día de hoy nada deprimente. El ave fénix resurge a estas horas de la noche de sus cenizas. Mañana será otro día. Y seré más sabia. Y más fuerte.
"¿Sabes que me gusta mucho cómo le hablas a los médicos?" me dice él. Se me acelera el corazón. Cambiamos de tema. Me cuenta cosas. "Eso lo aprendí de ti, un wishful thinking, ahora cuando hablo en inglés lo utilizo para el asombro de los natives y te lo oí a ti la primera vez." Así que voy este fin de semana tan feliz, con mis dos piropos...
Reproduzco otro brillante fragmento de El Principito. Hay gente que a los ritos, les llama rutina. Hay gente que siempre verá la botella medio vacía. Dejaré de utilizar la palabra rutina, y la cambiaré por "ritos". Me encanta. "El principito volvió al día siguiente. -Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. -¿Qué es un rito? -inquirió el principito. -Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones."
(...)
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco. 
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
(...)
Pablo Neruda
Al final la comida se convierte en una locura, en una joya. Arzak y Adrià discuten, porque mientras tanto crean a través de la dialéctica. Se quieren como quieres a aquellos que admiras. No te jode, es el comienzo de todas las frases de Arzak, que va vestido de Miyake, con pantalones de cachemir y zapatos de Prada, y pensando que Ikea era vasco, la primera vez que lo vio. Qué lecciones dan a todos los esclavos de la modernidad, a todas las apuestas del antigenio, a todos los glamoures de la falsedad y la apostura. Cuando ves a un genio, le ves y es real. Es auténtico. Es de verdad.
Lumbalgia mecánica, radiculitis ciática o inflamación del sacro. Un horror paralizante. Pregunto las causas (por llenar el silencio con el médico, porque las causas, teniendo las consecuencias las 24 horas del día no me importan nada). "Esto se debe al culo respingón". Yo hago como si me hubiera dicho "Esto se debe a un gran esfuerzo, a una mala postura, a cosas de la vida". Seguiré otro día con este asunto porque me deja sin palabras.
Existe el mundo conspirando a nuestro favor, existe la buena suerte, los buenos amigos, la mano tendida en el momento adecuado. Existen las personas que no escatiman halagos, existe la confianza de marmol en uno mismo. Suceden las cosas porque las soñamos, soñamos las cosas porque no nos resignamos a vivir la vida que nos ha tocado, y no nos resignamos a pesar del miedo y la incertidumbre, a pesar de la comodidad y lo bueno conocido, a pesar de las miradas que nos quieren colocar en nuestro sitio. Renunciamos a ese sitio donde nos colocan, porque nunca lo hemos elegido, nos reimos de los que piensan que andamos pendientes de su aprobación. Andamos ocupados, trazando nuestros planes, sonriendo, guapos, con una magia indescriptible que nos hace imparables. Se nos nota. Lo vamos a conseguir. Y somos felices.
Dicen que la historia del zorro y el Principito es sobre la amistad. Y no lo es. Rescato algunos párrafos. "Dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo... (...) Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo" Leo y releo el capítulo entero, de una belleza intensa, dolorosa, íntima, claro que todos lloramos cuando nos despedimos de quien hemos domesticado, siguiendo los ritos, haciéndonos responsables.
La melancolía es un infinito día de niebla. La gente que quiero cerca y no está, las cosas que pudieron ser y no han sido, los días que nos hacen sentir pequeños. La melancolía paraliza, absorbe la energía, llena de espejismos negativos, de huelgas de ganas cansadas. Es una ráfaga fugaz de muerte, de ausencia, de vacío. Y cuando la repito, pienso que es, de forma extraña y burlona, una palabra bonita, y que se me acerca a veces de forma tierna, cercana y dulce, y que "te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía."
La meca de la vida está en Dubai. Son tiempos que no veremos. Me recuerda que todo es posible, que para todos hay un sitio en el mundo, que aunque a veces perdamos la fe, el mundo camina hacia delante, seguro, fuerte, confiado. Que nada ni nadie quiere detenerlo. O al menos, eso es lo que me gusta pensar ahora, viendo desde las Emirates Towers el palacio del jeque, los entrenamientos de caballos, el Creek. "Construirán una torre para que el metro pueda pasar por enmedio". Construirán dos palmeras más, y un globo terráqueo, y la torre más alta del mundo, con 161 pisos, aunque estén proyectando ya la de 162. Fondean ríos, abren puertos, edifican en el mar, se hacen con el cielo. Esto es Miami, y Las Vegas, y esos cuentos futuristas de coches volando por el cielo que leíamos de pequeños. En fin. Que a pesar de Osama, de Korea, de los tsunamis, de Irán, hay una parte del mundo que se dirige hacia donde todos queremos.
